Twitter: @Facundo_Ronchel
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El mago y la pelota, juntos. |
Por primera vez en mucho tiempo, la hicieron llorar. Todo el mundo sabe que a ella no le gusta hacerlo, sino que le encanta salir a rodar por el pasto mientras sonríe felizmente. Pero como en toda historia, siempre hay señores buenos y señores malos. En este caso, los malos se visten de saco y corbata. Esos que generalmente son gordos, con zapatos bien lustrados y discursos elegantes. Esos mismos fueron los que la hicieron llorar a mares, desconsoladamente.
Resulta que un torero con cara de nene inventó cosas hermosas con la pelota. La amasó como nadie, la mimó como ningún otro pudo en toda la historia. De golpe y por primera vez, ese objeto tan importante para este deporte se enamoró, y decidió jurarle amor eterno a esas piernas. Domingo a domingo, ambos empezaron a dibujar sonrisas en la gente, la cancha entera lo ovacionaba a él, quedando en un segundo plano ella. ¿Pero qué le importaba? Si se sentía mimada y querida como nunca antes.
Un día, un señor de bigotes, también de saco y corbata, pero sin panza, comenzó a tratar mal al mago del barrio de La Boca. Al poco tiempo, fue a mostrar su magia a un grande de España, pero allá poco entendían de su juego, aunque al tiempo ellos comenzaron a copiar sus cosas. Entonces decidió dibujar sonrisas en Villarreal, donde llevó hasta la semifinal de la competencia más importante del mundo a un equipo que nunca lo había hecho. Allí se convirtió en el máximo ídolo, es venerado todo el tiempo y su nombre quedó en la inmortalidad.
Y volvió muy temprano a su origen, donde desplegó todo su carisma la primera vez. La pelota ya comenzaba a derramar lágrimas de soledad cuando vio que ese señor que la había tratado tan bien regresó a su amado club. Entonces nuevamente estuvieron juntos, amándose por todo el campo de juego, con el sol reluciente sobre el verde césped. Y hasta juntos conquistaron de vuelta América.
Todo iba bien, hasta que otra vez un señor gordo de saco y corbata (esta vez no el presidente, sino el tesorero) renunció debido a su continuidad. De a poquito, ese señor malo se juntó con el anterior, el flaco bigotudo, y le dijo que se presente a elecciones, total iba a ganarlas con su apoyo. A pesar de que el club salió campeón de la mano del mago, las elecciones fueron ganadas por el señor gordo. Ese señor hizo lo imposible por ver al mago lejos del barrio de La Boca. Intentó, intentó e intentó. La gente no lo permitió. Sin embargo, empecinado el hombre, lo terminó de desgastar, porque no toleró más el amor de la gente hacia el mago. Y el mago es humano: se cansó. No quiso vivir más de esa manera, eran intolerables las maniobras mediáticas, los acosos y presiones dignos de un mafioso, que para colmo nacían desde su propio club amado.
Entonces, la pelota lloró. Nadie recuerda haberla visto llorar como hoy. Derramó todas las lágrimas posibles y pidió al cielo que sea mentira, o al menos que el próximo señor que vista la camiseta número 10 tenga su suela preciada. Pero no. Nadie jamás la tendrá. Y así como la pelota llora, miles de hinchas derraman sus lágrimas en una mezcla de tristeza y bronca. No se tendría que haber ido así. Pero lo lograron.
Dicen que esta historia no termina tan mal como parece, que el mago decidió inmolarse para que el pueblo de su club pueda estar tranquilo y en diciembre de 2015, con las elecciones, termine todo con final feli'.
Dicen que esta historia no termina tan mal como parece, que el mago decidió inmolarse para que el pueblo de su club pueda estar tranquilo y en diciembre de 2015, con las elecciones, termine todo con final feli'.