lunes, 7 de julio de 2014

ADIÓS, MAESTRO

Por: Facundo Ronchel
Twitter: @Facundo_Ronchel

Indudablemente, uno de los mejores jugadores de toda la historia. Dependiendo de la localidad donde se haga la pregunta y la edad del encuestado, posiblemente sea considerado el mejor de todos. Don Alfredo Di Stéfano, una gloria de nuestro fútbol, falleció a los 88 años. Poco para decir y mucho para admirar.
"Marca" unió a los tres mejores futbolistas argentinos
Ídolo en Argentina y España, en River y Boca. Respetado y admirado. Un futbolista magistral, con chispa típica de un porteño.

La Saeta Rubia comenzó a jugar en 1945 en River Plate. Un año después fue cedido a Huracán, dado a que tenía poco lugar en ese sensacional equipo Millonario, aunque luego regresó y dio la vuelta olímpica en 1947 Con la famosa huelga de futbolistas en 1947 y el exilio masivo, Di Stéfano fue uno de los tantos jugadores que emigró al fútbol colombiano. Allí jugó en Millonarios, donde fue cuatro veces campeón. En 1953 fue su gran salto: fichó por el Real Madrid, donde anotó 418 goles en 510 partidos. Una bestialidad. Consiguió cinco copas de Europa consecutivas (1956-1960), una Copa Intercontinental (1960) y ocho títulos de liga. En 1957 y 1959 consuiguió el Balón de Oro al mejor jugador de Europa y desde 2000 era presidente honorario del Real Madrid.

Luego, como entrenador, siguió ganando cosas. Fue el único director técnico capaz de conseguir títulos en los bancos de Boca y de River. Consiguió dos con el Xeneize (Nacional '69 y Copa Argentina de ese año), uno con el Millonario (Nacional '81), dos en Valencia (Liga de 1971 y Recopa 1980) y uno en su amado Real Madrid (Supercopa de España 1991).

Se nos fue un grande con todas las letras. Apenas acababa de cumplir 88 años, de los cuales su inmensa mayoría nos llenó de buen fútbol y de hazañas impresionantes. Don Alfredo seguramente estará pateando una pelota sobre una nube, mientras varios países lloran lágrimas futboleras. Increíblemente el paro cardiorespiratorio ocurrió apenas a tres cuadras de su amado Santiago Bernabéu. No son casualidades. Su corazón permanece ahí. Su fútbol en todos nosotros. Falleció una gloria, nació una leyenda.

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