lunes, 14 de julio de 2014

TENÍA QUE PASAR

Por: Facundo Ronchel
Twitter: @Facundo_Ronchel
Otra vez la tristeza, figurita repetida. Esta vez, con orgullo


Pasó lo lógico, lo normal. Como pasó en los otros seis partidos, Argentina no fue mucho mejor que el rival. Con esa mínima superioridad le alcanzó para superar a rivales más débiles (Bosnia, Irán, Nigeria, Suiza y Bélgica), pero cuando le tocó enfrentar a las potencias, logró un empate y una derrota.

Holanda en semifinales y Alemania en la final. Los rivales lógicos de una instancia decisiva en un Mundial. Quizás tantos años sin jugar tales partidos afectó la memoria del seleccionado, que jugó tal cual la fase de grupos: a ganar a duras penas.

Solamente hay una clase de personas que pueden salir a hablar con el diario del lunes: los que previamente hablan con el diario del viernes. Yo (lamentablemente) soy una de esas personas. Lamentablemente porque acerté el pronóstico meses antes, cuando veía una Alemania organizada, con un pasado digno, un presente glorioso y un futuro esperanzador. Los europeos venían de jugar semifinales todos los Mundiales desde el de Corea-Japón 2002, incluyendo la final de ese año. En su plantilla de 23 jugadores convocados, solamente dos superan los 30 años. Excluyo la obviedad de que la inmensa mayoría (16) se desempeñan en la liga alemana, y muchos son compañeros en Bayern Munich.

Volviendo al Mundial, Argentina nunca dejó de depender de Messi. De un Messi que, lejos de estar inspirado, volvía caminando a la par de Higuaín y Agüero. Una de las principales reglas del fútbol es que los delanteros deben achicar espacios hacia atrás (a menos que presionen). Ninguna de esas cosas sucedió, los centrales rivales salían con comodidad y Alemania siempre jugó con tranquilidad en el fondo. Solamente los primeros minutos de cada tiempo Alemania se sintió presionado, obligando a sus laterales a despejar lo más lejos posible la pelota, evidenciando una desesperación inmediata. No obstante, ese peligro de los delanteros no fue constante.

Los delanteros deben ser el primer defensor. Es una ley vieja del fútbol que, extrañamente, un entrenador inteligente y práctico como Alejandro Sabella parece no haber leído. En el fondo, se solucionaron los problemas defensivos previos a Brasil 2014, aunque en el gol germano hubo una desatención argentina.

Sucedió lo que todos pensaban y nadie se animaba a decir. Se siente orgullo pese a la final perdida, ilusión por lo que viene y una esperanza que pocas veces se vio en la gente.

Sin embargo, los dirigentes deberán tener un poco de lógica y frenar con las maniobras dignas de un auto sin freno. Si no continúa Sabella, deberán buscar un entrenador que comparta sus manejos, para que arme una columna vertebral que ya está hecha (Romero-Garay-Mascherano-Higuaín) y armar el equipo en torno a ellos. Messi jugará más presionado que nunca y deberá sacrificarse por el equipo, pero con la certeza que es el mejor del mundo. A partir de ahora, asomarán las nuevas promesas (los Forlín, los Fazio, los Insúa, los Lanzini, los Lamela, los Icardi) y deberán acoplarse de a poco a este equipo subcampeón del mundo que sueña con hacer realidad el sueño de 40 millones en Rusia 2018.

Cuatro años es mucho tiempo. Mucho trabajo. En el medio, Copa América 2015, Copa América Centenario 2016, Eliminatorias y amistosos. Pero el sueño de Rusia 2018 ya está en marcha.

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